viernes, 16 de noviembre de 2007

LA GUERRA A MUERTE


Don Benjamín Vicuña Mackenna consagró este nombre, proveniente de la tradición militar independentista. Después de la derrota de las fuerzas realistas (españolas) en Maipú, un grupo de sus oficiales rearmó tropas en la zona de Arauco y comenzó una guerra de guerrillas contra el ejército chileno. Se la denominó “a muerte” justamente por no ser una guerra convencional y ocurrir por bando y bando todo tipo de crueldades.

Después de Maipú, una parte del ejército se dispersó por los montes y zonas cercanas del valle central confundiéndose con el campesinado y otra al mando de Osorio se retiro al sur de. Chillán había sido siempre una ciudad realista, y en general la región era propicia para organizar una resistencia, mientras se esperaba nuevos refuerzos del Virreinato del Perú. Apareció al poco tiempo Vicente Benavides, un contradictorio personaje que llegó a ser el caudillo de todo este período de guerra. En 1819 amenazó la ciudad de Concepción, donde fue detenido por Freire, retirándose luego hacia Arauco para reorganizarse. Benavides levantó montoneras en que participaron los mapuches, atacando San Carlos, Quirihue y otras localidades cercanas de Chillán. El gobierno de O`Higgins `preparaba la expedición al Perú y no tenía cómo apoyar al ejército del sur que comandaba Freire. Una ofensiva de Benavides derroto al ejército chileno en Pangal, al norte del río Laja, y en Tarpellanca, en el mismo río. En este último combate fue hecho prisionero y muerto el Mariscal Alcázar y más de veinte oficiales chilenos. A principio del mes de Octubre de 1820, Benavides ocupó Concepción y, ante el avance realista, abandonaron los criollos patriotas la ciudad de Chillán. Se envió un nuevo ejército bajo las órdenes de Joaquín Prieto y el 10 de Octubre de1821, en Vegas de Saldías, cerca de Chillán, fue derrotado Benavides. La historia que sigue está llena de pintoresquismos y es ampliamente conocida. Benavides se embarcó en un lanchón rumbo al Perú, siendo traicionado en Topocalma (Colchagua), de donde fue conducido a Santiago y ajusticiado públicamente.

Tales fueron los hechos de esta última fase de las guerras de la Independencia. Oficiales españoles derrotados se refugiaron con alguna tropa en
el sur de Chile y levantaron a los mapuches recurriendo a los antiguos tratados suscritos en los parlamentos. El conflicto asumió el estilo de las guerras fronterizas, en que más que enfrentarse ejército regulares, chocan grupos paramilitares, montoneros, guerrillas y grupos desesperados. El estilo cambia. Ya

no es Chacabuco y Maipú, donde ocurrían en forma más sucia. El pillaje, el incendio, el robo y el saqueo, la sorpresa y las emboscadas, eran los métodos de una guerra llevada a cabo no por ejércitos modernos, sino por campesinos, ex soldados, bandidos y personajes fronterizos aunados en un extraño afán de mantener el statu que colonial. Los mapuches fueron actores principales de este escenario.

Frente a la contiendas, los mapuches se dividieron de acuerdo a sus tradicionales conflictos. Los abajinos (Colipí y Coñoepán) pactaron con los chilenos, apoyándolos activamente en la guerra.

Se alió con los españoles, en cambio, la mayor parte de la araucanía, luego de un parlamento en Chillán, 1813, al cual asistieron caciques de la costa, pehuenches, arribanos, boroanos, cuando desembarcó Gainza en Arauco, conboco a un parlamento general que se realizó el 13 de Febrero de 1814. Se rearfirmaron los antiguos parlamentos realizados con la corona, en los cuales se reconocía la Frontera del Bio- Bio y la Independencia de la araucanía. Con esas seguridades, los mapuches respetaron los pactos y, cuando fueron llamados a luchar al lado del rey, así lo hisieron.

El papel jugado por los frailes y curas en este período fue muy importante. Siendo paridarios fanáticos del rey, se dedicaron a hacer propagandas entre los mapuches, y aunque no tenían plena acogida entre los indígenas, eran conocidos y poseían influencia entre comerciantes, lenguaraces capitanes de amigos, comisionados de naciones y toda esas amalgamas de personajes que vivía en las fronteras de Magin .

Los frailes del colegio de Chillán, propaganda fideil, fervientes partidarios del rey, educaron a muchos hijos de caciques. Concretamente sabemos que, en esos años, dos hijos de don Francisco mariluán se encontraban allí estudiando, y el cacique de Victoria tenía buenas relaciones con los padres franciscanos. Lo mismo ocurría con los caciques pehuenches, ya que los frailes poseían en la

Precordillera, serca de Santa Barbara una misión y escuela para niños indígenas, y por tanto tenía estrecho contacto con ellos. Aunque no logran convertirlos plenamente a la religión católica a lo meno tenía influencia política, y en esta ocasión la supieron emplear.

Junto a Mangin (mañil) y Mariluán, participaban en los realistas los caciques de la costa, Huenchuquir Lincopi. Cheuquemilla, los pehuenches Martín Toriano y Chuica, los de Truf-Truf y Maquehua, Calvuqueo y Curiqueo, Juan Neculmán y los

Boroanos.

En los relatos de estas historias de combates ha quedado grabada su ferocidad y crueldad, que en general la historiografía achaca fundamentalmente a los mapuches. En la batalla de Tarpellanca fue derrotado el mariscal Alcázar por las tropas de Benavides, cuyo contingente era principalmente mapuche. Mientras las fuerzas chilenas vadeaban el río Laja, fueron sorprendidas por los realistas dirigidas por Picó, oficial español. Al mismo tiempo Mañil incendiaba el poblado de los Ángeles. El mismo Vicuña Makenna, sitando el archivo del ministerio de guerra.

Se puede comprender la ferocidad del combate y las razones del incendio de los Ángeles. Alcázar se rindió en Tarpellanca, y al día siguiente fue lanceado junto a todos sus oficiales. Se dice que un tal Catrileo habría sido quien ejecutó la sentencia. Era una guerra en que se mezclaban las venganzas por los castigos que acostumbraba el ejército de la frontera – del cual Alcázar era uno de sus más viejos oficiales – y las rivalidades entre los grupos mapuches. Entre los chilenos quedo la imagen de la crueldad y la fiereza indígena, que cierta o no fue un factor muy importante en las guerras del siglo XIX.

Benavides fue derrotado en las vegas de Saldías. Los oficiales españoles Picó y Senoseaín mantuvieron las montoneras, luchando sin tregua durante otra temporada en que se enfrentaban principalmente mapuches contra mapuches. Finalmente los realistas capitularon, aunque durante un largo periodo van a continuar las guerras de las montoneras. La guerra se trasladó a la altura de Chillán (San Fabián de Alico), donde los hermanos Pincheira, aliados de los oficiales españoles, se mantuvieron aún por varios años antes de rendirse a las armas chilenas.

En enero de 1825 se reunieron los mapuches y el ejército chileno en parlamento en la localidad de Tapihue, luego donde se realizaban parlamentos desde el tiempo de los españoles.” Mariluán aseptaba la tregua y reconocía el nuevo sistema de gobierno y Barnechea (capitán chileno) reconocía a los araucanos a nombre del gobierno, los mismos derechos de los demás chilenos “(Guevara) en 1819 don Bernardo O¨Higgins había dictado un decreto por medio del cual se transformaba a los indígenas en ciudadanos de pleno derecho, para terminar con la situación el que “nacían esclavos, vivían sin participar de los beneficios de la sociedad y morían cubiertos de oprobio y miseria”. Este decreto fue valido para los indígenas del norte (picunches) que fueron reducidos a pueblos de indios, rematadas sus propiedades y luego absorbidos por el sistema de haciendas, tanto que a mitad del siglo ya era indistinguibles del resto de los campesinos chilenos.

Pero en el territorio mapuche del sur el decreto fue impracticable y , como veremos mas adelante, solo dio origen arisputas por tierra. en la medida que los mapuches aceptaron las pases pero no se sometieron al ejército chileno, se mantuvo el statu que traicionaron. La frontera seguía siendo –en general-Bio-Bio; se mantenía un ejército de línea acantonado en Concepción y Chillán se refundo el fuerte de Arauco y posteriormente los Ángeles y otras poblaciones al sur del Río Laja. El camino entre Concepción y Valdivia bordeaba la costa y era de mucha peligrosidad ya que no siempre los costinos, tiruanos, y del Budí estaban dispuestos a otorgar pasos libre.

La sociedad mapuche se vio convulsionada por la guerra de la Independencia. Los costinos perdieron muchas vidas y bienes ya que la lucha mas violenta se dio en la actual provincia de Arauco. A partir de entonces este grupo se mantuvo aliado a los chilenos. A consecuencia de las leyes liberales anotadas entraron muchos colonos de Concepción, comprando tierras y desplazando a los mapuches de su territorio. Cuando Domeyko viajo en 1849 por esa zona encontró solo cuatro caciques en las localidades cercanas a Lanalhue. El resto se había visto despojado de sus tierras.

En 1842 comenzó la explotación del carbón en las minas de Lota, transformando en asalariados mineros a los mapuches en proceso de mestizaje. A partir de ese momento, este sector de la sociedad mapuche se mantuvo al margen de los conflictos.

Los pehuenches de la cordillera fueron derrotados junto a los Pincheira y también establecieron la paz con el ejército chileno su participación fue escasa en los conflictos de la segunda mitad del siglo, aunque tomaron parte en las alianzas entre pampinos y arribanos.

Diferente fue la actuación de los arribanos. Mangin se levantó como el jefe de la agrupación tanto por el papel jugado en la guerra como por no haber capitulado frente el ejército. Reforzaban su prestigio dos hechos significativos, que ya hemos señalado: su alianza con Calfacura en el lado Argentino y haber liquidado a Colipí, el jefe abajino. Dice en un escrito el coronel penquista José Maria de la Cruz (1850).

Colipí, según se ha relatado, murió envenenado Coñoepán viajó a Argentina acompañado de algunos montoneros y los boroanos hasta ser derrotados y muertos- posiblemente- por Calfacura y los pampas. Los abajinos por lo tanto se desmembraron en diversos grupos locales sin liderasgos claro. En las guerras posteriores participaron de diversas alianzas, aunque tendían a mantener buenas

relaciones con el ejército chileno. Los arribanos, en cambio, se consolidaron dominando sin contra peso en la sociedad mapuche las décadas siguientes.

La historia chilena contemporánea estará marcada en cuanto al problema indígena por estos modelos antinómico ”el heroico araucano” y “la guerra a muerte” la constitución de la sociedad requiere de antecedentes de historia, de pasado ideológico. De allí está “la sangre araucana” derramada en defensa de la libertad, cuyo color se expone en la bandera patria. La primera experiencia del encuentro con los heroicos antepasado es traumática; están en el bando contrario y se comportan salvajemente, para la mirada chilena criolla. Surge el estereotipo: son bárbaros son salvajes, sus costumbres son degradantes, son borrachos y no les gusta el trabajo para la guerra no son tan valiente como crueles. Llegará el momento en que el país santiaguino civilizado, culto gritará unánimamente: ¡acabad con ellos! Y el estereotipo se mantendrá hasta hoy: flojos, borrachos, lentos y lerdos. No nos podremos explicar por que gente de estas características mantuvieron a raya a los tercios de España y el glorioso ejército chileno durante tantos años.

Barros Arana que no tuvo simpatía especial por los mapuches, caracteriza este

periodo y expresa el sentir chileno:

(El sur) fue teatro de atroces depredaciones, asesinatos, violaciones raptos de niños para llevarlos en cautiverio y un saqueo general de los habitantes.

Santiago se sintió sorprendido y golpeado por las noticias e informaciones que llegaron del sur acerca de la guerra con los mapuches. La imagen de ladrones se expandió por la sociedad chilena y el desprecio al salvaje guió y guía las relaciones entre ambas sociedades.

Está contradicción acerca de los araucanos de ayer y de hoy se va a reflejar en la historia chilena. Los primeros tomos de las “historias de Chile” llenan sus páginas las Caupolicanes, Galvarino y Lautaro. De improviso desaparesen los habitantes del sur de Chile, y algo se nos dice acerca de la llegada de colonos que vienen a ocupar esas tierras vacías. Los araucanos parecieran no haber existido durante el siglo XIX. Barros Arana no los nombra más que como fuerzas auxiliares depredadoras de Benavides y sus secuaces. Don Francisco Antonio Encina los ignora totalmente, al igual que toda la historiografía escolar que ha seguido esta agua. La ocupación de la araucanía, episodio de la mayor trascendencia en la historia nacional del siglo XIX, no ocupa ni tres líneas de estas historias generales. La matanza de indios que implico el avance del ejército chileno mas aya del Bio-
Bio, se enfrentaba al mito de origen de nuestra nacionalidad. Era como asesinar al ancestro. La sangre araucana origen de nuestro carácter libertario, era derramada por los hijos de los caupolicanes. La ideología fue simple y eficiente: negó la existencia del hecho.”la ocupación de la araucania se hizo sin costo de vidas humanas” ; “el alcohol había degenerado a esa valiente raza y ya no era ni la sombra de lo de antes” “se trataba de un pequeño de salvajes que ocupaban esas tierras y fue suficiente mucho mosto y mucha música – poca pólvora – para persuadirlos de que eran chilenos los territorios y las cosas habían cambiado”. Pasado glorioso y presente silenciado a sido la característica del tratamiento contemporáneo de la cuestión indígena, originado en el mismo momento en que se produce la Independencia de Chile y surgen las dos situaciones históricas descritas en este capitulo

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