martes, 27 de noviembre de 2007

LAS FORESTALES



Los dirigentes de las comunidades mapuches, hoy en conflicto, no se cansan de afirmar frente a la postura del gobierno de dar soluciones parches, que el problema de las tierras no es de unas cuantas comunidades sino de todo la etnia, que vive en la miseria y en la marginalidad. La situación que afecta a los mapuches, ciertamente no es un problema que se resuelva con medidas de asistencia pública, ni con la caja chica. El problema indígena se viene arrastrando desde hace mucho y las políticas erradas sólo han profundizado el drama que viven miles de mapuches, tanto en regiones, como en las ciudades, donde llegan buscando salir de la pobreza y sólo encuentran los peores empleos, malos sueldos y discriminación. Como culpable directo de las condiciones de vida que sufren los mapuches se ve a las forestales, las que siguiendo la lógica del capital han ido expandiéndose y concentrando más territorio en unas pocas empresas y aun menos grupos económicos. Una de las medidas gubernamentales que favoreció la expansión de territorios en manos de las forestales, así como la concentración de estos territorios en pocas manos, fue la aplicación en 1974 del Decreto Ley 701, que bonificó y subsidió la adquisición de terreno para el uso forestal. Según información proporcionada por Conaf a Sergio Gómez y Jorge Echeñique (1), hasta diciembre de 1985 se habían bonificado por forestación 417.873 hectáreas, que representaban el 71 por ciento del total plantado por el sector privado en el período 1975-1984. Los subsidios entregados por el gobierno dictatorial al área privada para que adquiriera terrenos y los forestaran llegaron entre 1975 y 1985 a 62,2 millones de dólares, comprendiendo plantación, administración de superficies plantadas, subsidio a podas, entre otros. Incluso, reduciendo a un 50% los impuestos a las utilidades que percibían estas empresas. Subsidios que no sólo estaban destinados a fortalecer la empresa nacional, ya que incluso la tierra era vendida a extranjeros con subsidios del Banco Central (Capítulos XVIII y XIX) (2). Para el economista Hugo Fazio (en su Carta Económica del 14/3/99), la expansión de los territorios destinados al negocio forestal, así como la concentración de la propiedad, "guarda mucha similitud con lo que se denominó históricamente, la acumulación originaria del capital", lo que "ha sido un hecho determinante para que las comunidades mapuches hayan perdido cerca de la mitad de las tierras que tenían hace un cuarto de siglo". En Chile se ha producido en las ultimas décadas una modificación muy profunda en la estructura de la propiedad y en la estructura de producción en el agro. "Si se toma como referencia los censos de 1976 y 1997, en el caso del trigo el área sembrada registró un caída de 29%, mientras en el maíz el descenso alcanzó a 21%. En cambio, en el mismo lapso, el área forestal aumentó en 53% para totalizar 1.677.000 hectáreas" a fines de 1997, señala el economista del Cenda. Sin duda, los mayores beneficiados con esta política fueron dos grupos económicos, los mismos que hoy concentran más del 50 por ciento de la producción y la exportación maderera y sus derivados en el país: los Grupos Angelini y Matte.


El grupo Angelini


El grupo Angelini tiene presencia predominante en los rubros pesqueros, forestal, de los combustibles y de los seguros. Es el área forestal uno de los rubros donde tiene mayor predominancia, al ser dueño de Celarauco (en partes iguales con el consorcio norteamericano International Paper), Aserraderos Arauco y Forestal Cholguán, a través de las cuales el grupo controla más del 30 % de las plantaciones forestales que hay en el país. Sólo Celarauco, tiene poco menos de 500.000 hectáreas de plantaciones forestales, superando en un 66% las tierras que se encuentran en manos de las comunidades mapuches. Angelini fue uno de los grupos más favorecidos por la dictadura, pudiendo adquirir a precio de liquidación las plantas de Celulosa Arauco y Constitución, al quedar nuevamente en manos del Estado luego de una privatización fracasada. De la misma manera se adjudicó en 1985 el control de Copec, tras la reprivatización hecha por el Estado. "En la década de los setenta, Copec fue privatizada entregándosele al grupo Cruzat-Larraín, experiencia que terminó en un fracaso debido al manejo especulativo que le dio el grupo a las inversiones de Copec, llevándolo al colapso. La intervención estatal en esos años no tuvo más objetivo que salvaguardar de la quiebra a empresas de grupos económicos" (3).


El grupo Matte


Forestal Mininco hoy en medio del conflicto pertenece al grupo Matte, siendo controlada a través de su principal conglomerado, la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), la que maneja además en el área forestal un 100% de las empresas Aserraderos Mininco, Servicios Forestales Escuadrón Ltda. e Inmobiliaria Pinares Ltda., y con una participación cercana al 82% en las empresas Sociedad Forestal Crecex S.A., Forestal Río Vergara y Agrícola y Ganadera Monteverde. A fines de 1997, las plantaciones forestales del grupo Matte eran un poco menos de 20% del total nacional. Otra empresa que tiene presencia, aunque menor, en el rubro es Forestal Terranova (de capitales suizos), con Andinos S.A., con una exportación forestal de un 3,1 a nivel nacional. Sólo estos tres conglomerados controlan más del 53% (Estrategia, 5/05/98) del total nacional de la producción y la exportación forestal del país. Su principal ventaja competitiva en el mercado extranjero, según Hugo Fazio, es "el menor plazo en que son explotables en el territorio nacional determinadas especies forestales", comparando "los 20 ó 25 años que demora la rotación de los bosques de pino radiata (o insigne) en Chile, frente a los 35 ó 70 años de EE.UU. y los países nórdicos". Hoy, estos grandes conglomerados forestales ya no pueden expandirse más en nuestro país, debido a la limitada masa boscosa con que cuenta y a la existencia de la Ley Indígena que impide la venta de las tierras indígenas a personas de otra etnia. Esta es la razón de los planteamientos que ha hecho el Instituto Libertad y Desarrollo, insistiendo hasta el cansancio, a través de su principal vocero, El Mercurio, en la necesidad de modificar esta ley en el sentido de que les permita a los indígenas, mapuches principalmente, vender e hipotecar sus tierras, argumentando que de esta manera podrían vender parte de sus predios o adquirir créditos con qué financiar la producción de sus tierras. Lo cierto es que la expansión está llegando a su tope. Así lo indican la compra de terrenos que estos grandes conglomerados han realizado en el extranjero, principalmente en Argentina, Uruguay y Brasil. La Conadi, desde que está en vigencia, hace cinco años, ha comprado a particulares cerca de 71 mil hectáreas y a pesar de que se ha planteado que el compromiso adquirido con el ex Presidente Aylwin en el Acuerdo de Nueva Imperial (que gestó la Ley Indígena y la Conadi), era de la adquisición de 100 mil hectáreas, sólo las reclamaciones de propiedades de las 14 comunidades de la zona de Arauco, Tirúa, Cañete y Lleu Lleu alcanzan a las 55 mil hectáreas. Cantidad que representa apenas un 3,9 por ciento del 1.525.940 (El Mercurio, 25/04/98) de hectáreas que poseen las compañías madereras entre la Octava y la Décima regiones. Hoy se escuchan voces del empresariado que argumentan de que el terreno no es apropiado para los cultivos tradicionales y que lo mejor es que los mapuches se conviertan en "empresarios forestales". Cabe preguntarse: ¿cuánta responsabilidad tiene el gobierno frente a la pobreza del suelo y su incapacidad para otro tipo de producción agrícola, que hoy es utilizada como excusa? Para Hugo Fazio, el problema no es sólo económico: es un problema nacional y así debe ser encarado. "A nuestra manera de ver, esto no se resuelve a través de medidas de tipo parcial. Es decir, pueden resolver una determinada situación concreta pero el problema como tal va a subsistir". (...) "... que por lo tanto aquí exige que se tomen resguardos para esta minoría respecto a las tierras en su poder. Hay que tener presente que la lógica del capital tiende a destruir. Si se deja al capital operar libremente. la destruye, porque van a ir absorbiendo paulatinamente esas tierras".

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